sábado, 15 de noviembre de 2014

¿Estudiar o trabajar?: Difícil la vida de los jóvenes universitarios


Con su rubia melena despeinada, unos pantalones cortos, una camisa de cuadros amarrada a la cintura, una sonrisa un tanto tímida y una mirada que refleja cansancio, Vilmarie Cartagena narra su ardua rutina cotidiana. A la vez que estudia a tiempo completo en la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras (UPR-RP), trata de comenzar su propio negocio de comida para poder sobrevivir en la ciudad. 

Sin ayudas económicas por parte del gobierno y viviendo en un pueblo lejano al suyo, Vilmarie, ha tenido que madurar a razón de dificultades. Tuvo que renunciar a su antiguo empleo, ya que era explotador laborar de cuatro de la tarde a dos de la mañana. Y ahora se dispone a lanzar su propio negocio de comida en la universidad, con la esperanza de que sea exitoso.

"Trabajo los siete días de la semana, no veo casi nunca a mi familia y bajo solo una vez al mes a mi pueblo [Cayey], casi siempre los domingos, a las siete de la noche, para volver el lunes temprano a trabajar", contó la estudiante, que pertenece al programa de bachillerato en Artes y Humanidades con una segunda concentración en Historia del Arte. 

"Solo tengo $30, hasta el domingo ... y los tengo desde el martes", dijo la estudiante con la voz un tanto apenada. La universitaria, quien no recibe beca, nos confesó su escaso presupuesto un jueves. Su apretada agenda de estudio y trabajo comienza los lunes a las diez de la mañana, con su primera clase, hasta la una de la madrugada cuando, por lo general, termina los tacos de pescado, las croquetas de arroz mampostea'o, los mofongos de yuca con tocineta y el "cheesecake", estos componen el menú con el cual ha comenzado esta afanada misión para poder subsistir y alcanzar un título universitario. 

Actualmente, la joven cayeyana, cuenta con un ingreso mensual de aproximadamente $600, con los cuales tiene que pagar, junto con su hermana mayor, $500 de alquiler, $30 de agua, $50 de energía eléctrica (cuando este mes la factura alcanzó el total de $117), sin contar la compra de alimentos para el negocio y los gastos de gasolina que se duplican al tener que viajar a la playa los fines de semana para promocionar y vender su comida. "Es difícil levantarse a pensar en lo del día y lo de mañana", confesó la jerezana. 

Vilmarie, desde la corta edad de doce año, soñaba con montar su propio local dedicado al arte. Así, que de prosperar el negocio, desea rentar un establecimiento y crear un espacio que integre tanto las artes como la cocina. La joven funge como tesorera en la Asociación de Estudiantes de Bellas Artes y también pertenece al colectivo de artistas llamado Realengo, un grupo de jóvenes emergentes de la UPR-RP que, con su campaña "Adopta un Artista Realengo", permite al público conocer sus trabajos tanto individuales como en colectivo. 

"Es difícil trabajar, estudiar y sacar tiempo para hacer mis piezas. Los martes y jueves después de que termino de limpiar la cocina, como desde las seis de la tarde en adelante, es que puedo producir para la universidad", expresó la estudiante cayeyana, quien por el poco tiempo que tiene para estudiar reconoció que su promedio académico se ha afectado.

Hasta que no se cree una educación verdaderamente pública o se provean ayudas económicas reales para los estudiantes, al igual que Vilmarie: Alejandra continuará durmiendo cuatro o cinco horas diarias para poder conservar su trabajo, María de Lourdes continuará pasando hambre porque el tiempo no le da para comer y para Juan, seguirá siendo difícil (estudiar y trabajar) porque su trabajo le quita muchas horas de estudio. 


"El problema no es tanto que el estudiante tenga que estudiar y trabajar, es que cuando salga de la universidad no tendrá un empleo de igual manera. El gobierno te la hace muy difícil ...", finalizó Vilmarie Cartagena mientras su compañero le daba la noticia de que solo quedaban por vender, en el día, dos tacos de pescado.







0 comentarios:

Publicar un comentario