sábado, 6 de diciembre de 2014

Río Piedras: eje de la vida


San Agustín
Jugaba en el patio de la casa de mis abuelos, en la Extensión San Agustín. Mi abuelo instaló unos columpios en el patio como regalo de navidad. En esos tiempos las mariposas amarillas se paseaban entre  los arbustos mientras yo intentaba cogerlas.

Plaza del Mercado
No recuerdo bien cuándo fue. Mi abuelo me llevó con él a la Plaza del Mercado a comprar unas carnes, porque mi abuela no cocina si los ingredientes no son frescos. Pasamos por el frente de un pet shop y le pedí que me comprara un animalito. Primero fue un pollito, luego vinieron los conejos y no sé cuántos animales más fueron mis víctimas.

Avenida Barbosa
Entré a la escuela con tres años y medio, mas sin embargo nunca le dije adiós hasta catorce años más tarde.

Actividades extracurriculares
 Al  terminar las clases en la intermedia, salía por el portón de atrás para ir a la casa de la esquina a comprar  limbers. Lo más que me gustaba era ver cómo la señora de los limbers los bajaba por el balcón del segundo piso de la casa con unos cubos y una soga. Al bajarlos, le metíamos el dinero en el mismo cubo. A veces si no tenías los 50 centavos, te los dejaba a 25. 

La High
Al salir del colegio habían dos opciones: ir al shopping de la 65 de infantería o ir al portón de la intermedia a esperar que los nenes de San José bajaran a visitar las nenas de nuestro colegio a las 3:30. Ya estaban hartos de estar todo el día con tanto macho.

El Supermercado de las camisas
No fallaba que el colegio se tirara un día en el que teníamos que ir con una camiseta de cual o tal color. Jurao’ que le hacíamos la quincena y el colegio tenía algún chanchullo con ellos. Porque mira que se inventaban, que si el día de la tierra, teníamos que venir con una camisa SIN NADA DE DISEÑO , verde. Que si la camisa blanca porque hoy representamos la paz y vamos a ir a misa. Y ni decir cuando se acercaban los field days.

Almacenes Colón
Ese era la salvación de mi mamá. Para mi quinceañero, qué no se compró ahí.  Compramos hasta mi coronita, para verme como toda una reina. Sin contar los arreglos, bombas y veinte mil mierdas que mami compraba para todos  mis cumpleaños.

UPR RP
A mis 17 años bajé dos luces, para ingresar a la universidad. De mi clase, 70 entraron a la IUPI. Solían decir los profesores  y los estudiantes, que la universidad era San Antonio part two.

CEM & SUPERCAKES
¡Coño, me encojono! Cada vez que paso para entrar a la calle de la casa de mis abuelos, siempre hay un jodío’ tapón por los del institutos del CEM. Se estacionan en la misma calle a ambos lados y para colmo hay carros siempre saliendo del Supercakes, que está al otro lado de la calle y se forma sendo tapón. No me quejo mucho porque cuando tengo como 3 horas entre mis clases voy y almuerzo en casa de mis abuelos. La comida de las abuelas siempre es la mejor, pero sales rodando por la puerta en vez de caminando. 

El Bori
Los primeros jangueos de la uni, como dicen “los jueves de Río Piedras”, fueron allí. Mientras todo el mundo fumaba, mis amigas y yo comenzamos a cogerle el gustito a la salsa. No faltaba ir a la calle de al lado, sí, esa, en la que todo el mundo fuma pasto y hay una guagüita dentro de un callejón que hacen los mejores asopao’s del mundo.

Avenida Universidad
No empecé a janguiar ahí, como hasta mi segundo año, porque tú sabe’ ahí matan gente.  Pero, ¡qué bueno cocinan los del 8!’ y los que fueron mis favoritos cuando abrieron, Los Monkeys. Ni hablar de Arrope, porque aunque el café no es mi favorito, qué bueno hacen el desayuno; y el Vidy’s to’ el mundo va pa’ allá por los shots, de día o de noche. 

La Ponce de León
Durante toda mi vida universitaria tuve que ir a las librerías: Norberto, La Mágica, La Tertulia, Econolibros. No sé cuánto se ganan, pero he pensado montar una librería. Mira que me chuparon hasta el vivir con los libros universitarios.

Plaza uni
Qué mucho estudiantes viven en plaza uni, pero lo más que a mí me gusta es la biblioteca, del no sé qué piso. La que tiene la vista PANORÁMICA, y de donde mejor se ve la torre.

Ext. San Agustín, calle 4
Sigo viendo el mismo patio donde pasé tanto tiempo de niña. Los columpios ya no están, las flores de mi abuela, el palo de caña del viejo, los limones, el cilantrillo, el recao, los ajíes, el palo de mangó y donde enterraron a tantos de sus perritos cuando morían. 

La casa donde tantas veces robaron
Los sillones del balcón, ahora vacíos. El Se Vende  en las rejas blancas, que tantas veces mi abuelo y mi hermano pintaron.
La casa vacía, el antiguo cuarto de mi mamá, que tanto miedo me da y me daba. Ahí están los recuerdos de sus etapas, el traje del debut, el del quinceañero y el de su boda.
Miro hacia arriba, la Casa de Roberto Clemente. El bate sigue ahí, pero los viejos no.

Mariposa Limonera
No se sabe quién comprará la casa. Yo me despido de una vez y por última de ella, de Río Piedras. En el arbusto del patio se pasea una mariposa amarilla, no sé cuándo vuelva a ver otra.



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