jueves, 6 de noviembre de 2014

Jayuya: 30 de octubre de 1950


Blanca había ido a tratar de cortar las líneas del teléfono y telégrafos. Al no poder lograrlo siguió a la segunda fase de su misión. Fue al hotel River Side Palace, los dueños eran sus amigos. Miró a su alrededor, vio la bandera de Puerto Rico con la que la delegación jayuyana había recibido a Don Pedro en 1947, luego de su encarcelación de diez años. La cogió en sus manos, sintiendo su textura. Recordó la primera vez que vio a Don Pedro.  Le faltaba un año por graduarse de trabajo social, cuando asistió a una conferencia en la universidad dictada por él. Mirando hacia el balcón, no pudo evitar el recuento en su memoria de todas las reuniones en la casona de su familia en Coabey, las frecuentes visitas a la casa Albizu Nemeses en Barrio Obrero. Pensó en la salud del Maestro. Pegó la bandera a su pecho, la abrazó como cuando una madre va a dejar a su hijo solo por primera vez. Ya en el balcón miró hacia abajo, los nacionalistas esperando su juramentación, decenas de personas conglomeradas en la incertidumbre. El corazón se le hinchó de orgullo. ¡Viva Puerto Rico libre!

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