jueves, 6 de noviembre de 2014

Mera casualidad: una historia que tienes que leer



Primer día de clases

Llego al salón y todo lo que veo son personas que jamás en mi putísima vida había visto. Todos con su historia, la historia que a través del curso nos contarían. Nos empezamos a presentar y  casi al final me capta la atención este único hombre. Al presentarse parecía tener el diablo agarrado por el rabo. Como hablaba, tan seguro de sí, como sonreía, parecía que era intocable. No podía dejar de observarlo, me parecía tan  curioso. Sabía que había conocido a muchos como él, pero con todo y eso me intrigaba. Quería saber su historia, sus más íntimos pensamientos.

Pasaron algunos días de clase, lo miraba, lo miraba, sabía que se me parecía a alguien. Cuando voy de salida, me paro, lo miro, le digo: "¿Te habían dicho que te pareces a Drake?" Me contesto que sí. Entonces salí del salón, me puse los audífonos, abrí Pandora y como por arte de magia empezó la canción: "I might be too strung out on compliments overdosed on confidence, started not to give a fuck, and stop fearing the consequence".

Por días le conté a mis amigas de este tipo. Ninguna podía creer que se pareciera tanto a Drake como yo decía. Ellas pensaban que guardaba relación con mi último amorío, Mr. Botello, que no funcionó. Me había obsesionado con  el tipo de música que él escuchaba. Él era súper fanático de Drake y lo encontré terapéutico escucharlo, era como aguantarme al recuerdo.

Decidí sentarme al frente en el salón; primero porque era interesante la clase y segundo que así no podía mirar tanto al tipo, que se sentaba atrás. Precaución. Las pocas veces que hablaba me confirmaba que había conocido a muchos como él. Soy una experta en hombres de su tipo, unos palgos, unos lindines que, la inteligencia los ayuda. Es el hombre que todos quieren ser. Tienen nenas por un tubo y siete llaves. Al mirar el calendario tienen una cita con una mujer distinta todos los días. No se enamoran fácilmente, porque “hello”, con tantas mujeres en Puerto Rico por qué amarrarse a una, cuando pueden probarlas todas. Sí, como podrán ver los conozco bien, tengo una maestría en ellos. 

Con el tiempo lo veía fuera del salón, caminando por la universidad. Siempre andaba con el mismo muchacho, el otro tipo también estaba en la clase. Parecían Batman y Robin. Robin tiene un buen wingman.

Un jueves de esos en los que por razones extrañas todos terminamos en el Bori, lo vi.  Yo estaba con mi mejor amiga y le dije que lo mirara. Me dijo: "Cabrona, se parece a Drake sí".

Nunca le hablé, ni lo saludé, dentro, ni fuera del salón. Me mantenía distante, me gustaba mirarlo de lejos.

Mitad de semestre

No fue hasta que leyó el relato del primer beso que me di cuenta que algo había cambiado en este personaje, se había enamorado Angelina. Mi personaje, se había enamorado. Las luces rojas parpadearon. ¿Cómo era posible que se hubiese enamorado? Tenía que ser serio, porque tipos como él no se amarran casi nunca. Tipos como él y Botello se enamoran cada cierto tiempo. Son espíritus libres, escurridizos, difíciles de mantener. Ahí me creció la intriga, pues cada vez que se hablaba de sexo, tetas y mujeres en la clase, él siempre tenía algo que decir, como era de esperarse. Entonces supe que la carne es débil y más cuando se trata de hombres.

Días más tarde me topé con una vieja amiga, Luna. Ella es una mujer a quien admiro, siempre quise ser como ella. Es la sensualidad en vida, misteriosa, amorosa, apasionada, pero más que nada,  por alguna razón era irresistible para todos. Luna, mala como ella sola, sabía despertar el deseo, estaba dispuesta a hacerlo. Si por ella llovía, pues que escampara. Eso era lo que me gustaba de ella, eso de no tener escrúpulos, hacer y deshacer sin importarle la opinión de los demás. Ella era fiel a lo que hacía, fiel a sus instintos, fiel a lo que quería y dispuesta a hacer lo que fuera para conseguirlo. Yo no era como ella, siempre pensando en las consecuencias, analizando las cosas, pensando en la moral, en lo que los demás dirán. Ella era libre, en busca de aventuras. Yo, en cambio, siempre me contenía, siempre serena, siempre observando más de lo que vivo. Le conté sobre él, le llamó mucho la atención y me dijo que hiciéramos un experimento. Ella se iba a encargar de levantarle el interés, de embrujarlo, a ver si caía. Lo interesante no era tanto si caía, lo interesante era lo que haría tras caer con su amada Angelina.

Fui contándole a Luna cómo creía que era. Hice todo un psicoanálisis para que supiera con quién se iba a meter. Le dije que creía que todo lo macho que aparentaba ser era porque la vida le había enseñado a ser así, a imitar al rol tradicional del hombre. Que las probabilidades eran que no había tenido una figura paternal, que su mamá no le pudo haber enseñado a ser hombre. Que él solo tuvo que aprender a serlo. Le comenté que pensaba que tenía una parte oculta. La parte amorosa, sensible, caballerosa, todo lo que le hubiese enseñado su mamá. Eso de macho mejicano era un acto. Que lo hacía porque en Puerto Rico si eres un tipo caballeroso, bueno, sensible, y noble era sinónimo de ser un Simón, simón. En cambio optó por macho galán de telenovelas, que tiene los cojones bien puestos y listos pa’ chingar. Le dije que era curioso y que pensaba que eso de la castidad no era lo de él. Que su órgano reproductor se había metido en muchos hoyos y por ende tenía fama. Luna lo escuchó todo, cada detalle, sabía lo que tenía que hacer.

Jueves

Bori. Once de la noche, to' el mundo janguiando, Río Piedras lleno. Yo estaba con pal’ de amigas, dándonos el trago porque la semana había estado fuerte. Los machos estaban revueltos cazando y las mujeres escogiendo a quienes se iban a llevar. Luna llegó tarde. Le dije que fuera porque habían muchas probabilidades de que nos encontráramos al tipo allí. Como a eso de las tres de la mañana, cuando todas estábamos recogiendo para irnos, en la barra del Bori, ya casi vacía por la hora, se encontraba un tipo. Cuando miré era él. Estaba sentado solo mirando hacia el vacío. Le indiqué a Luna quién era. Ella me dijo: "se ve bien". Y como ella es así -nada de tímida- fue y se le sentó al lado. Yo le dejé la tarea y me fui.

Luna con una mirada coqueta le preguntó qué le pasaba, él sorprendido se sonrió y le contó que  había tenido problemas con la jeva. Ya tú sabes. La historia de siempre. Labia monga. Ella con su misión en mente jugaba con su pelo. Pidió unos tragos y comenzaron a hablar. La música de fondo sonaba. Ella lo agarró. Comenzaron a bailar salsa. Pista de baile vacía, mientras la canción decía:

"Le di la mano a una gitana ayer para saber de mi buena fortuna me dijo; tú tendrás amores pero fortuna no tendrás ninguna. Porque en la palma de la mano está que muy claro, leo que serás feliz, serás feliz, con tus amores aunque se burlen sin piedad de ti. Por más que pienso que la gitana me dijo eso de la mujer yo siempre dejo que las mujeres jueguen conmigo y con mi querer". –Ismael Rivera

Los dos un poco tomados, cansados de bailar. Las luces apagándose en aquel bar y él le agarró la mano y se la llevó a otro lugar.

En un cuarto de esos donde hay espejos por todos lados, él le coge la mano, la mira. Esos ojos marrones ven a través de Luna.  Ella lo mira, él la besa. El deseo le corre por las venas, sabe que va a cumplir su misión, sabe que ya lo tiene para ella. Luna lo besa, lo besa. El beso se vuelve desesperado. Se vuelve necesario. El corazón va como si corriera un maratón. Los cuerpos están en alerta, mis pezones se vuelven firmes, siento su erección.

 "Kristine…. Kristine…"

La visión es borrosa.

Él me dice: "Kristine".

Epifanía

Me levanto en un lugar extraño. Me duele un poco la cabeza y pienso que tuvo que haber sido que la cogí larga anoche. Miro el cuarto y no lo reconozco. Siento la presencia de alguien en la cama, miro. Lo veo, está dormido. Me entra el pánico, sé que me tengo que ir, pero lo único que hago es mirarlo.  Estoy en ropa interior, recojo mis cosas despacio para  no hacer ruido. Me visto. Cuando voy a salir del cuarto, lo miro por última vez. Me doy cuenta que no buscaba sexo, buscaba amor. Ese amor que hace que el hombre cambie, ese amor en el que se te escapa la vida en un segundo, que solo llega una vez. Ese amor  no era el mío, ese amor era el de Angelina.

Llego casa y reflexiono sobre lo que había pasado. Luna nunca se sentía culpable, ella saciaba sus deseos y sabía que estaba en una misión. Yo por mi parte jamás hubiese hecho algo así. Nada más de pensar que el martes lo tendría que ver…

Ya no me importaba la misión, no me importaba lo que pasaría con Angelina. Solo sabía que en esta situación había ganado mi Luna, la que tanto reprimía, porque nosotras dos somos una.  Es ella, la bruja, es ella mi parte sensual, es ella mi parte amorosa, es ella la libre. Libre porque nunca lo fui. Libre porque ve la incertidumbre y la ama, libre porque no piensa en el futuro. Luna es mía y yo soy de ella.

Lo más que me molestaba era que había caído en mi propia trampa. El hombre aquel, que me parecía tan misterioso, que tanto me  intrigaba, era uno más, yo lo conocía muy bien. Vi en él, lo que quería en Botello. Vi en él lo que mi padre no me pudo dar.

De regreso

No sé si fue que él estaba igual de espantado que yo, pero no volvió a ir a la clase. Lo vi el último día, y debo admitir que esquivé su mirada. Nunca hablamos sobre lo que pasó. Tampoco supe qué sucedió con Angelina. Realmente no me importaba. Sentía vergüenza. Una que otra vez crucé miradas con Robin, con Adrián, su fiel amigo. En esas pausas cortas que uno hace con los ojos, él me sostuvo la mirada, como tratando de descifrar algo, tratando de descifrar mi secreto. Me pregunté muchas veces si él sabía lo que había ocurrido. Creía que sí, pero nunca lo pude comprobar. Un caballero noble nunca insulta una dama y menos si duda de su virginidad.

Un día, mientras estaba sentada en uno de los bancos a las fueras de COPU, luego de almorzar, mi mente viajaba a los múltiples mundos que se encarnaban en mi cerebro. Alguien se me sentó al lado, manteniendo distancia, como no queriéndome distraer. No fue hasta que oí mi nombre que miré. Allí estaba él, el salsero, el de aquella noche que nunca puedo recordar. Aquella noche tan distante para mi mente. Sonrió, yo estaba nerviosa. Hacía un año que no lo veía.  Para mi sorpresa, me dijo que quiso siempre hablar conmigo después de aquella noche, pero que no encontraba las palabras para hacerlo. Yo le pedí disculpas por el mal comportamiento, por causarle problemas en su relación. Me miró aturdido, como quien no entiende el punto de referencia. ¿Yo? Ya ustedes saben: muerta de la vergüenza. Le dije que no me acordaba de mucho, pero que no era tan ingenua y sabía que me había acostado con él. Comenzó a reírse. Yo no entendía nada. Me quedé en silencio, analizando. Después, él al ver  que yo no tenía ni la menor idea de por qué se reía, me contó. Me dijo que, esa noche después de llegar al motel, después del toqueteo, después de besarnos, se dio cuenta que estaba tan embriagada que era muy difícil proceder en aquella situación. Me dijo que, yo empecé a tropezarme. Él trató de mantener mi balance y al ver lo mal que estaba, me echó a un lado de la cama y me dejó ir 10/7. Le dije que lo único que recordaba era él pronunciando mi nombre, y me dijo que eso fue así para ver si yo reaccionaba de la borrachera y  que a la mañana siguiente despertó solo, sin rastros de mí. Fue por esa razón que nunca me habló.

Luego de un largo silencio, me miró a los ojos y me preguntó que si estaba disponible para un café algún día. Le dije que sí. Me dio su número y se fue. Por un momento pensé en que no sabía si estaba, si seguía con Angelina. No le pregunté, en realidad no hace diferencia ahora.

Estuve un tiempo mirando hacia al vacío, no pude evitar las carcajadas .Entonces, pensé que para el colmo de los colmos, para atormentarme más, para que la vida se riera de mí, para que ustedes queridos lectores se burlen de mí, sonó su nombre en mi mente. Se llama Fernando, igual que mi ex.

0 comentarios:

Publicar un comentario